Hoy tuve psicólogo. Nunca me preparo para
las sesiones pero hoy decidí contarle una experiencia vivida hace más de 25
años atrás; me vino al recuerdo hace dos o tres días y pensé ‘quizá me sirva
contársela a ver si de ahí sale algo’…
… Era de noche, mi hijo pequeño ya dormía
en mi cama (yo hacía mis quehaceres y antes de acostarme lo pasaba a su
camita). Esa noche me puse pijama y me acosté a su lado para sentir su
calorcito. Pasó poco rato y de pronto me sentí incómoda, extraña, ajena… noté
que mi cuerpo no era el mío sino el de
un hombre. Era un cuerpo alto de hombros anchos, brazos gruesos, manos grandes…
me aparté del niño sintiendo que no estaba bien que lo tocara siendo un extraño
(yo misma(o)). Me sobresalté mucho y me acomodé para evitar la sensación, pero
no se fue. Intenté –casi asustada- evadirla tres o cuatro veces pero no fue
posible. De pronto tomé la decisión de aceptar la experiencia a ver adónde me
llevaba, qué significaba y me dejé llevar. Todo esto sucedía estando yo
absolutamente despierta y lúcida. En un instante era yo un hombre maduro, de unos 40
años, época mediados de los años 50’. Estaba en una casa –mi casa- de esas que
dan directo a la vereda, sin jardín; con una puerta y luego una mampara de
vidrio y dos ventanas hacia la calle; el resto de la casa discurre por un pasillo
largo hacia el fondo con habitaciones a ambos lados… La habitación de la
izquierda era un escritorio; yo estaba allí terminando de escribir una carta
dirigida a una mujer –mi pareja- en donde ponía fin a la relación. No vi nada
de lo escrito, ni siquiera el nombre que puse en la rúbrica. Doblé con cuidado
y lentamente la carta y la puse en un sobre en donde escribí la dirección
Atacama n° xxx. Puse la carta en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta (vestía
formal con un terno color café) y salí a la calle. Me dirigí a mi auto
estacionado en la calle justo fuera de mi casa. Le di la vuelta por detrás para
subir al asiento del conductor…-mi ánimo era triste, melancólico, dubitativo
pero inexorable. Sabía que debía poner fin a esa relación a pesar de amar a esa
mujer-. Abrí la puerta del auto y me quedé ahí parado, indeciso y triste, no
subí inmediatamente. Estaba en eso cuando fui arrasado por un camión ¾, viejo, cargado
como con cachivaches. Arrancó de cuajo la puerta de mi auto y a mí me aplastó
contra ella… segundos después veía yo esta escena desde algunos pocos metros de
altura…mi cuerpo despaturrado, la puerta del auto en el suelo y un poco más
adelante el camión…de pronto miré unos 50 metros hacia adelante por la vereda
de mi casa y vi venir una pareja caminando plácidamente tomados del brazo. En ese
momento volví en mi yo mujer y me levanté rápido a mirar el mapa de mi ciudad
para ubicar la dirección que escribí en el sobre de la carta. Estaba en una
triangulación con la casa en que yo nací y la casa de mi abuela materna, todas
cercanas a no más de 6 o 7 cuadras la una de la otra!! No lo podía creer! Resultaba
que esta mujer a quien yo amaba y con quien debía terminar, era vecina de mi
familia…
Buscando una explicación a esta extraña
experiencia, pensé que quizá en mi vida anterior fui ese hombre y que al morir
en ese accidente mi alma se refugió en el vientre de la mujer que caminaba con
su pareja, para reencarnar. He vivido tan ocupada en sobrevivir que hasta hoy
he hablado esto con muy poca gente y no me he dado mucho el tiempo para
reflexionar sobre ello. Mi psicólogo lo abordó tratando de pesquisar mis
emociones en cada momento vivido y quedamos en retomar el tema en la próxima
sesión.