martes, 20 de junio de 2023

SIEMBRA Y COSECHA

“Si no te gusta lo que cosechas, cambia lo que siembras”. leído en twitter

Mi siembra ya fue, no se puede cambiar (Es mi hijo...). El fruto creció y creció lo opuesto a lo que yo esperaba.

Nunca he pensado, sentido ni menos hablado de esto. Duele y quizá por eso lo tenía bloqueado y no lo había hecho. Pero es la pura y santa verdad. Yo sembré mal, muy mal. Aquí está la famosa y tan mentada culpa. Me siento culpable por mi siembra. En realidad nunca me había sentido culpable. Debo tener un ego muy fuerte y por eso no la sentía. Pero ya, se supone que estoy creciendo y eso implica hacerme cargo. Es verdad q me dejé llevar pero no perdona eso mi falta. Fui débil en mis convicciones, en mi moral.

Mi cosecha me hizo pedazos la vida. Sembré mala semilla. Nunca tuve claro lo obvio que era que lo estaba haciendo mal. No quiero ponerlo como excusa pero en realidad yo estaba muy mal. Emocional y psíquicamente muy mal, sumida en una profunda depresión. No supe claramente lo que hacía. No puse barreras, me dejé llevar. Estaba en esos momentos en que sólo quería morir. Golpeaba mi cerebro la palabra “fracasada”. Todo el día, sin parar. La soledad me mordía, atacaba sin compasión.

Quería un hijo, soñaba con ello. Quizá creía que así me sentiría menos sola, que sería mi salvación.

Y fue así los primeros años, independiente de que fueron años muy difíciles. Económicamente pésimo. Y siempre atacada por la horrible energía de la familia, era un odio reconcentrado para el que yo no tenía escudo como defenderme. Es tanto que evito llamarle “mi” familia. Fueron tantos años de dolor, pero me consolaba con mi pequeña joya, ese hijo hermoso y adorable, excusa de esas personas para justificar tanto odio. Eran gente mala. Y yo era muy débil emocionalmente.

Pero esta cosecha mía creció y se maleó, se volvió maleza. Una cosecha dolorosa como ninguna, maliciosa, maleza pura. Y va contra el sembrador, en este caso yo. Por rebajarle la pena debo decir que hay un cómplice, obvio. Él solito no hubiera llegado a tanto me digo para atenuar mi dolor. Pero no es el caso hablar de ello; cualquiera le hubiera servido, era lo que él estaba buscando para destruirme definitivamente.