Hace poco un taxista
del super que me trae hace años y siempre me piropea, me dijo algo y le dije
‘no, ya estoy vieja’ y me dijo con picardía “no crea, todavía está apetitosa”.
Ese ‘todavía’ me quedó resonando, es sólo un paso antes del ‘ya no’…
Y es penoso. Porque
si hubiera tenido una vida con amor, no me dolería, tendría bellos recuerdos,
pero no. Nunca nadie me amó.
A veces en mi
adolescencia, tenía un sueño prohibido: me veía vestida de blanco, con un velo
en el pelo y un ramo de flores en la mano… me daba tanta vergüenza soñar con
eso!!! Pánico que descubrieran que tenía esas ideas en mi corazón. Quizá en mi
fuero interior ya sabía que eso nunca sería para mí. Que tendría que lidiar
sola con la vida, día a día durante siglos eternos y dolorosos.
Cuando nació mi hijo
creí que la vida al fin me daría días de gloria. Fue lindo durante unos años, a
pesar de las precariedades y del desprecio y odio de la gente… pero duró poco. Pronto
mi hijo creció y se convirtió en mi acérrimo enemigo, en la persona que más me
odia en el mundo.
Y ya no me queda nada
que esperar. El último hombre que me hizo soñar con un final feliz, se enfermó
y está al borde de la muerte…
Nací en el momento
equivocado, en el lugar equivocado, de una madre y un padre equivocados…
Puta vida.