Vamos a decir las cosas como son. De que
te amo, te amo y te amaré siempre. Y te perdono. Pero parece necesario sanar
las muchas heridas que me hiciste y otras que me hice yo misma por darme entera
a ti. Voy a escarbar y a poner los puntos sobre las íes. No sé si eres bueno,
tampoco yo lo soy pero al menos lo intento. Por ejemplo jamás tuve un mal
instinto hacia ti.
Te cuidè como se cuida un tesoro
invaluable. En cambio tú, recuerda, cómo y cuánto me odiabas cuando creciste.
De niño eras lindo y bueno pero ya había asomos que yo dejé pasar, y creo que
no hubiera sacado nada con tratar de ponerte atajo, es tu naturaleza. Una vez
me dijiste –furioso- ‘crecí torcido’, y te creo. No eres precisamente un
dechado de bondades. Las heridas que me causaste fueron todas en plena
consciencia, dirigidas con mira telescópica al punto de mayor dolor. Fuiste
malo conmigo. Me odiaste. Y probablemente aún me odias. No lo sé y nunca lo voy
a saber porque además eres cínico y mentiroso y si yo te pudiera encarar lo
negarías. Eres capaz de disfrazar (o pretender disfrazar sentimientos de odio).
Aunque sí reconozco y sé que también me
amaste. No eres psicópata. Sólo que tu odio es mayor que tu amor. Te endiosè
por ser mi hijo. De niño te adoraba tanto que me olvidè de mì misma. No tuve
alegrìas propias, no tuve amigos ni pretendientes, no busquè el amor de un
hombre. Me abandonè y me negué como persona, sòlo fui madre. Quizá èse fue mi
error.
Creciste y comenzó a brotar tu odio hacia
mì, poco a apoco fuiste subiendo el tono de tu violencia. Y perdonè todas tus
faltas. Me callè frente a tu violencia hacia mì (sòlo te faltò pegarme, aunque
sì me levantaste el puño). Hasta que hace exactamente 6 años, después de muchos
insultos, garabatos, gestos insolentes, miradas asesinas, me diste el último golpe
artero y cobarde: me acusaste de abuso sexual. Imagino còmo habrás escarbado en
tu mente buscando el peor de los ataques.
Y lo encontraste. Creo que si me hubieras
acusado de asesina me hubiera dolido menos de lo que hiciste. Fuiste inteligente
en tu maldad. Me diste donde màs podìas causarme dolor, en mi condición de
madre. .. también me hiciste otras múltiples acusaciones pero èsas no me
importaron tanto. Eras joven e ignorante de los vaivenes de la vida por tanto
tu moral era victoriana (hacia mì porque contigo mismo te dabas caña larga!!),
porque hasta a mis nietos pusiste en mi contra para dejarme en total orfandad. Te
comportaste igual que mis hermanos.
Malo. Bueno, termino diciendo que a veces
cavilo que hubiera sido lindo tener una hija que me consolara de los dolores que
me causaste. Pero no fue. Ya fue todo asì. No has sido bueno pero igual te
perdono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario