miércoles, 30 de noviembre de 2016

VACÍO. Yo quería otra cosa

Maldita frase mítica y machista

Yo quería otra cosa. Otro hombre. Otro amor. No un príncipe azul. No, de ninguna manera. Sí un hombre sano, equilibrado. Pero me toca ahora éste. Que no me satisface. Que no me convence. Porque está de por miedo la desconfianza. Y un poco el miedo. Porque maltrata. Cuando se emborracha.

No cumple todos los requisitos. Debo y quiero -para que sea mi verdadero amor- sentir hacia él compasión, respeto y admiración. Y va así

·        Compasión=      SÍ. Aunque a ratos le pierdo la paciencia.
·        Respeto=           SÍ. Procuro respetar a la gente en general.
·        Admiración=    NO. No trabaja. No se esfuerza. Tiene vicios.

No me acepta con mis circunstancias. Eso es grave. Por ahora lo aguanto así pero sé que llegará el momento en que no quiera más su tácita (y a veces explícita) prohibición de hablar de mí, de mi asuntos con otros, generalmente mi familia… eso no está bien. No es generoso de su parte. No puede quererme sola como un dedo. Soy muy sola, es verdad, pero hay gentes que me acompañan -por último en el pasado de mi memoria- y tengo pleno derecho a vivirlos. A hablar de ellos. A contarle mis vivencias. Pero no me deja. Y eso frustra. Y molesta. Y aleja. Si es mi compañero y sobretodo yo no tengo mucho con quien más hablar de mi intimidad, debería escucharme al menos. Pero no, me corta inmediatamente. Quizá sean celos y/o posesividad, pero no me gusta. No lo acepto. No soy suya. Tampoco lo amo. Hay que admitirlo. Le tengo algo de cariño, algo de simpatía, pero amor no.

Por qué estoy con él? Por probar y conocer antes del final lo que significa compartir un poco la vida. Sobre todo la vida doméstica. Porque no es lo mismo haber compartido con un hijo… y que para peor todo haya terminado mal…


No me molesta su presencia ni su compañía, salvo a ratos, lo normal supongo. Pero no creo que esto dure mucho. Me veo coartada. No estoy completa. Quizá me acostumbre a vivir así, por estancos, como lo hacía mi hijo y tanto me molestaba. Claro que él lo hacía por elección propia, yo por verme obligada para no tener problemas con este sucedáneo de compañero (sé que suena muy feo, pero es así porque impide mi libertad).

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