jueves, 16 de febrero de 2017

Mi obligado silencio


Me insulta, me amenaza, luego me dice que no puede vivir sin mí. Que llora y está triste por mí (léase por mi culpa). Cada día más desequilibrado, no puedo responderle ni a lo bueno ni a lo malo. Me envía fotos de él en la playa, extraño, excéntrico, muy delgado… pobre. En verdad creo que está empeorando cada día. Y no parece que esté aún en tratamiento.

Me dice que tiene una carta bajo la manga, una mujer joven y dinámica… A las pocas horas me dice que mintió para ver mi reacción -(y ésta fue positiva, lo alenté a cultivar esa relación…)- y que no tiene a nadie que sólo piensa en mí, llora y quiere volver a los buenos momentos vividos conmigo. Los malos no existen o son mi culpa. Entonces vuelve a los insultos y amenazas…

Me asusta que vaya a cumplir sus amenazas. Los insultos y bajezas me resbalan, sé quién soy, con eso no tengo problema. Tampoco puedo responder a lo bueno pues inmediatamente cree que volveremos como si aquí no hubiera pasado nada.
Me pregunto si tendrá esquizofrenia. Y me pregunto si será que en esta enfermedad se olvidan las agresiones y violencia cometidas.

Porque no reconoce nada de lo mal que ha hecho. Es más, si por un desliz llega a hacerlo, siempre es mi culpa. Yo lo llevo a esas acciones…

Pobrecito. Es tan solo como yo. No tiene a nadie, ni siquiera se tiene a sí mismo. Su autoimagen es distorsionada, autoindulgente, autopermisiva, con un enjuiciamiento victoriano hacia mis errores… ufff. Una personalidad realmente caótica y agotadora.


Tengo miedo y tristeza a la vez. Quisiera con toda mi alma poder ayudarlo pero el hacerlo me llevaría al riesgo inminente y no puedo dejarme vencer. Por mis nietos. Sería un gran trauma que su abuela estuviera involucrada en un suceso violento, perdiendo quizá la vida. No puedo. Debo guardar silencio aunque me perfore la pena el alma por no poder ayudarlo.

viernes, 10 de febrero de 2017

ILUSIONES ROTAS

Mi sino.
De fracaso en fracaso.
Lleno de casis.
Casi pude llegar a amarlo, de manera calma y sin apuro, pero real.
Su narcisismo alcohólico rompió la ilusión antes de pasar del casi.
Casi pudo llegar amarme pero su adicción a mí lo impidió.
Y como yo no quería un adicto sino un amor, prefirió a su amigo de siempre, el alcohol.
Casi pude ganar la batalla pero su violencia pudo más.
Casi pudo ganarla él pero mi miedo lo derrotó.
No lo olvido.
Me ligo a su recuerdo - dañino y violento- pero vínculo al fin.
También hubo belleza.
Cuando me dijo con la ternura más dulce que me han hablado
- “qué mi vida”
- “qué mi cielo”
- “qué mi amor”
- “qué mi tesoro”
Esas cuatro frases me hicieron romper en llanto ahogado de emoción. Nunca nadie me había hablado con ese amor.
Cuando de manera sencilla y casi tosca me regaló un bello anillo de compromiso (una argolla grabada pero sólo para mí; para él no…).
Pobrecito.
Me ofreció el cielo y la tierra pero su cabecita loca lo impidió.
Qué será ahora de él.
Estará sumido en el alcohol? Habrá decidido buscar sanación?

sábado, 4 de febrero de 2017

La angustia me está matando.

Creo que podría morir en cualquier momento. Mi corazón late en desorden desbocado, mi pecho está aplastado por una roca de piedra que no puedo remover. Y el llanto está ahí, atascado sin poder (o querer) brotar. Me siento horrible y no sé cómo remediarme. Las personas lloran y se alivian. Otras gritan, otras golpean. Y yo me quedo paralizada, adentro de mí, tan dentro que no me puedo encontrar ni enfrentar para hacer algo por nosotras. Dios! Algo por nosotras Yoes. Algo… Dios ayúdame a salir de mi cárcel opresora. No resisto hoy. Quizá qué malos sueños inundaron mi noche… quizá qué demonios visitaron mi Ser. Estoy manchada, oprimida.
Ayer intenté por primera devolver los insultos, atrocidades y amenazas. Y respondí. Con rabia. No con la misma moneda pero sí con la necesidad de equilibrar la balanza. y se ve que no lo supe hacer. sólo me resultó angustia de vuelta. UUff! Si lo único que di fue amor, cómo entonces me es devuelto con tanto odio!! Dios. Debo poner siempre siempre la otra mejilla? Tan insípida soy que no sé reaccionar. Mira cómo estoy, muriendo de angustia. Sólo por haber tratado de poner las cosas un poco en su lugar. Súmale que llevo 2 meses guardando los regalos de navidad a mis nietos y a sus madres no les interesa que vengan a buscarlos y pueda yo ver sus ojitos de ilusión. Y si de base le ponemos a mi hijo repartiendo día con día más injurias y bazofia en mi contra...
Dolor, terrible dolor. Hasta cuándo tendré que soportarlo. Si mi corazón ya está tan apretado que apenas funciona como máquina destartalada. Si ya no sé respirar. Si ya no sé -y nunca supe- hacerme respetar. Eso es. Hacerme respetar. No sé hacerlo. Soy mendiga de amores (como camilo sesto, ja)

Quisiera ser como mohamed alí y saber defenderme. Quisiera saber golpear de vuelta sin recibir como un bumerang el golpe en pleno corazón. Quisiera ser la que no soy. Quisiera ser la que no fui. Quisiera no ser. Nunca más. Nunca más ser. No puedo más. No puedo con el dolor arrastrándose como serpiente por mi pecho, taladrando a mi alma, desbocando mi espíritu. No puedo más ser el punching ball de cuanto tarado se acerca a mi vida. No quiero ser la imbécil que recoge ‘miguitas de ternura’. Quiero saber mandarlos a todos a la mierda y quedarme tan liviana como un colibrí 

miércoles, 1 de febrero de 2017

Pena...penita...pena

Mensaje texto: Ven a verme. Me voy a morir. Toma un avión, un bus, un taxi ….
Otro: Rápido…
- - - - - - - - - - - - - - - Enésima llamada y no contesto. Reitera, respondo suave y dulce. Está borracho perdido. Está solo, está triste, está enfermo. Le hablo, lo consuelo, me río a ratos de sus locuras. Me dice socarrón ‘te reís cu…’, no me ofende. Imposible sentirme ofendida por las palabras de un niño adolorido.
Le pido, le aconsejo…. Me declara que tanto amor le duele y por eso se emborracha (…... tomo para olvidar. Olvidar qué? No recuerdo…). Me habla de la abstinencia –conoce su ciclo a la perfección y no sale!! No puede? No quiere? Me pide que me vaya ahora mismo ya! Le digo que no sea infantil, me dice soy un niño! Y lo parece. Un niño hábil, inteligente, manipulador… y enfermo. Muy enfermo. Me insiste que vaya le digo que no puedo se enoja un poco le reitero mi realidad algo logra entender y acepta. Comienza la retahíla de llamadas, una tras otra, frases cortas, telegráficas y me corta el llamado. Tres minutos después igual y sigue y sigue y ….. Pobrecito. Tan sola su alma. Tan enfermo. Me acongoja, me pone un nudo en la garganta. Quiero ayudarlo y no sé cómo.
Día siguiente por la mañana mensajes de texto, en sucesión, cortos, precisos y delirantes, insultos y amenazas: put… ninf… te voy a matar te quiero desnuda en sangre en la calle. Me cagaste prostituta. Eres maldita. Sale a buscar pic..! y suma y sigue….
Pasa un día y medio en silencio absoluto. Nunca en estos siete meses había callado tantas horas. Ni llamadas, ni mensajes ni emails. Me inquieto. Me angustio. Me sujeto los dedos para no llamarlo. A eso de mediodía no aguanto y lo llamo, no me reconoce la voz. Está cambiado. Lúcido (casi). Me cuenta que está enfermo muy enfermo de su cuerpo y de su mente (como si recién se diera cuenta). Que si no hace algo se va a morir. Que le dio un ataque muy feo, tipo epilepsia y pensó con gran pena que se moría y no tenía a quien llamar……..
Chiquito... Pena penita pena. Por qué está en esto? Qué dolor tremendo lo llevó por esta senda? Claramente su entrada al mar para morir en brazos de su madre a los pocos meses de edad. Pobre mi niño pequeño. Nacer y crecer con el horrible dolor de casi haber sido muerto ahogado por su propia madre!! Y de regalo un padre alcohólico.

Me digan lo que me digan (y les encuentro razón), no puedo abandonarlo. Sufre mucho. Vivió una vida loca y ya no tiene energía ni plata pa’ seguir en esa. Y se debate en mil rollos en su cabeza inteligente y enferma. No puedo abandonarlo. A mí me han abandonado y sé de lo que se trata. No haré lo mismo con él. No quiero. Sería muy discordante. Lo acogeré mientras pueda, poniéndome a salvo claro. No es suicidio lo mío. Es compasión. No lo dejaré solo en la medida que yo pueda. Dudo y tengo fe, luego dudo y otra vez la fe…se sanará? Se salvará? Me matará?