No tengo refugio. Mis hombros y mi espalda están indefensos. En
cualquier momento me sucede algo terrible y yo estoy al descampado. Mi alma está
en cueros, despellejada. El corazón ya casi no late de puro miedo. Mi espíritu
quizás dónde anda pero en mí no está, eso lo siento. Sola y a la deriva. Tirito
de angustia, no puedo dejar de temblar. Y estoy instalada en una oficina en
donde se supone debo ser normal y trabajar. Como que me pregunto hasta cuándo.
Tendré alguna vez la valentía de cerrar todo y tirarme a la línea? O se
apiadará ese que llaman Dios y me permitirá cesar este calvario?
Dios no suele aparecer.
ResponderEliminarQuizás deberías buscar a Dios en algún médico que pueda ayudarte.
Yo lo he pasado muy mal y no apareció Dios, pero apareció una doctora estupenda que me ayudó mucho.
Hazme caso.
Besos.