Acabo de contar a un amigo nuevo el origen paterno de mi hijo. Me
dice ‘debe haber sido muy fuerte la atracción por ese hombre’. Y no. En
absoluto. No tengo claro aún qué pasó, y creo que nunca lo comprenderé. Fue
-para mí, no sé para él- una especie de acto predicho, predestinado, casi
‘obligado’. No tuve manera de evitarlo. Como que ‘debía pasar’, sin
escapatoria. Soy sincera conmigo y con el mundo cuando digo esto.
Imagino y a
veces constato que el mundo no me cree, obviamente pensarán que soy una ‘cara
de raja’.
Pero hay detalles que ni siquiera vale la pena contar, que
corroboran mi impresión, de principio a fin (aclaro que del fin de aquella
época solamente).
Luego vino lo de siempre, mujer sola con el hijo, hombre que
se lava las manos.
Esperé ansiosa la reacción de mi amigo nuevo, son tantos los abandonos y desprecios que cada vez es terror de una nueva pérdida. Fue bien gracias a dios, comprendió,
calló y aceptó. Es lo único que se puede hacer en estos casos si no es dar
media vuelta y largarse. Gracias amigo nuevo por aceptar a la amiga con sus
errores, sus aciertos y desaciertos. Gracias
Bien por tu amigo.
ResponderEliminarBesos.