Dicen que el miedo es cosa
viva. Y es verdad. Yo he sido siempre miedosa. He superado gran parte de ello,
pero hay situaciones que simplemente no dan para otro sentimiento. Hace meses
estoy siendo amenazada por un psicópata. Primero se fijó en mí como su objeto
de redención pero alternando con episodios de violencia dado que es alcohólico
y drogadicto. Y producto de sus adicciones, esquizoide.
Hice los respectivos
pedidos de auxilio a la justicia (varias veces, sin resultados). Ni la PDI, ni
carabineros, ni la fiscalía ni los tribunales me dieron boleto. Ninguna
respuesta. Ningún protegerme y dejarme a buen recaudo.
Hoy sigo viviendo la misma
situación de amenazas e intimidación. El psicópata en cuestión ha violado ya mi
intimidad en varias ocasiones, incluso entró a mi casa sin que yo estuviera y
robó mis especies en venganza. No tiene miramientos ni límites.
Bueno, mañana 19 de agosto
es su cumpleaños y se le puso en la cabeza que lo pasará conmigo aquí en mi
casa porque yo soy el amor de su vida y bla bla bla. Y si no acepto caerán
sobre mí las penas del infierno. Me destripará en la calle para que todos vean
correr mi sangre, me quemará viva, hará en mi rostro 6 tajos, destruirá mi casa
por completo, y más y más y más.
Yo mientras tanto continúo
viviendo mi día a día como si nada estuviera pasando, voy a mi trabajo, voy a
las compras, hago como que vivo.
Pero ya no puedo más
hacerme la lesa que no pasa nada. Sí pasa! Estoy en peligro de muerte violenta.
Ayer el médico me dio una licencia por mi estado de nervios como cuerdas de
violín que aunque trate de hacerme la valiente ya la situación me ha
sobrepasado por completo desde hace mucho rato. Y no encuentro salida. Me siento
atrapada en las garras de este loco sin límites. Y sola. Soy sola y no tengo
redes de contención ni de ayuda.
Gracias a dios una amiga me
acogerá en su casa esta noche, pero después no sé qué pasará. Dios o alguien se
apiade y ‘aparte de mí este cáliz de vino
tinto de sangre’
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