Es especial vivir en compañía.
Yo que nunca viví una noche acompañada, me gustó la experiencia. Me sentí
cómoda. Como si siempre hubiera estado en esta compañía. Sería por la soltura
con que el otro se comportaba. Relajado, dueño de sí, normal, centrado en sí
mismo y atento a mí a la vez. Los días también eran buenos. Regalitos, comidas
en casa preparadas por él, chistes, largas conversaciones, un hombre
colaborador, no especialmente amoroso pero sí presente. Sexual con simpatía y
calidez. Muy activo y también respetuoso.
Demasiado
introvertido, supe muy poco de él, de su vida anterior. Pero eso no me causó
angustia. A su ritmo iba perfilándose. La pena fue que su adicción y su
violencia pusieran punto final. También creo que escondía y mentía. Nunca pude
tener certeza de quién era realmente.
Igual había cosas que
me molestaban. Por ejemplo su insistente costumbre de no querer reconocer la
existencia de mi vida pasada, mi entorno, mi hijo, mis nietos que ya no estaban
conmigo pero estaban en mi corazón. Desconocía una y otra vez su existencia. Tampoco
me escuchaba. Cada vez que yo quería hablar desviaba y me interrumpía con
cualquier banalidad. La cosa era no escucharme, aunque fuera algo simple lo que
yo quería decirle. Todo giraba en torno a él. Yo lo escuchaba con santa paciencia
pero él no me devolvía con la misma moneda.
Algo muy patológico
había en su conducta. No quería saber de mí por mí, por conversaciones e
historias en primera persona mirándolo a los ojos. En vez de eso prefería
espiar como un hacker en la web y hacerse un perfil personal, torcido, errado,
lleno de defectos en mí.
Nunca entendí por qué
decía amarme si el concepto que se había construido de mi era el peor. Una mala
pécora, una p…, la peor de todas las mujeres que había conocido en su vida. Por
qué entonces no me dejaba en paz en vez de acusarme y amenazarme día a día con
las peores torturas, a juicio suyo muy merecidas por mi infinita maldad.
Nunca asumía una responsabilidad por un error. Era yo siempre la que resultaba culpable. Agotador.
Realmente un ser
extraño, especial. Algo tenía que me atraía. Pero le temía. No he convivido
nunca con la violencia.
Una pena que no resultara.
Como decía él, era la última jugada, el amor de otoño.
Falló. Como todo en
mi vida. Siempre. Una falla tras otra.
Ese tema tienes que darle solución.
ResponderEliminarSi te acosa o si peligra tu integridad.
Creo que ya lo hiciste y estabas en espera de juicio por lo que leí.
Espero que por fin puedas descansar tranquila.
La verdad es que creo que desajogar las emociones o angustias escribiendo a veces ayuda.
Uno al releer lo escrito " se ve desde fuera" y eso ayuda mucho a tomar distancia con lo ocurrido y también a comprenderse a uno mismo mejor.
Besos.
Fue mejor que se fuera por lo menos estás viva.
ResponderEliminarUn abrazo