sábado, 6 de mayo de 2017

De tristezas, soledades, mala suerte y peor y peor…

Empecé con mi blog en diciembre de 2010. Le he cambiado el nombre algunas veces por alguno más positivo  a ver si cabalísticamente me cambia el switch. Lo cerré. Abrí otro…Hoy todo sigue igual y peor.
Las gentes que se las dan de cultas niegan la existencia de la mala suerte y me miran con lástima burlona cuando lo digo. Los psiquiatras me medican (aunque les he dicho que no entiendo por qué) para el síndrome bipolar. Preferiría mil veces ser bipolar a esta apática y antipática depresión.
Los bipolares al menos conocen la euforia, la sensación de poder, la alegría exultante…
Yo en cambio jamás he conocido tales niveles de endorfinas y serotoninas en mi organismo –y si alguna vez lo viví, ya lo olvidé.
Sigo siendo la triste, la sola. Y ahora agrego la vieja fea. Antes al menos al salir a la calle recibía infinidad de piropos que si no mejoraban mi estado de ánimo al menos subían un poquito mi autoestima.
Cada vez estoy más sola. Es impresionante. No me quiero quejar de ser la única, pero esta es la mía y pucha que duele no tener a nadie, ni un perro que me ladre (aunque no quiero tener animales). Tuve unos meses al psicópata pero no vale la pena. Es mucho riesgo y mucha agresión a mi alma cansada y adolorida. Tuve un poquito a mis nietos, pero por causa del psicópata los perdí. Tuve a una sobrina, que de golpe y raja me calumnió y se alejó. Tuve una amiga que poco a poco se alejó sin dar motivos. Tuve –o tengo- un único amigo de relación unilateral. Viene cuando quiere (a veces pasan años) y yo no puedo acudir a él cuando lo necesito. Y las pocas veces que le pido algo, no me lo da. Más que amigo es un conocido cercano y muy ocupado con su propia vida como para regalarme un pedacito a mí. Lo mismo que todos. Todos tan ocupados, sin tiempo de sobra para una vieja latosa.…
No me dirán que todo esto no tiene otro nombre más que mala suerte?

No sé si fui mala persona para merecer tantas penas. Tampoco declaro haber sido buena para merecer bondades... Por eso digo lo de la mala suerte. Como no puedo ni pude entrar en los sentimientos de mi madre –que quizá hubieran dado algo de luz a mi mala historia de vida-, no me queda otra que asegurar que tengo mala suerte. Ejemplos tengo cientos o miles, que ya ni vale la pena mencionar… hasta hoy siguen y siguen entorpeciendo mi vida

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