miércoles, 1 de febrero de 2017

Pena...penita...pena

Mensaje texto: Ven a verme. Me voy a morir. Toma un avión, un bus, un taxi ….
Otro: Rápido…
- - - - - - - - - - - - - - - Enésima llamada y no contesto. Reitera, respondo suave y dulce. Está borracho perdido. Está solo, está triste, está enfermo. Le hablo, lo consuelo, me río a ratos de sus locuras. Me dice socarrón ‘te reís cu…’, no me ofende. Imposible sentirme ofendida por las palabras de un niño adolorido.
Le pido, le aconsejo…. Me declara que tanto amor le duele y por eso se emborracha (…... tomo para olvidar. Olvidar qué? No recuerdo…). Me habla de la abstinencia –conoce su ciclo a la perfección y no sale!! No puede? No quiere? Me pide que me vaya ahora mismo ya! Le digo que no sea infantil, me dice soy un niño! Y lo parece. Un niño hábil, inteligente, manipulador… y enfermo. Muy enfermo. Me insiste que vaya le digo que no puedo se enoja un poco le reitero mi realidad algo logra entender y acepta. Comienza la retahíla de llamadas, una tras otra, frases cortas, telegráficas y me corta el llamado. Tres minutos después igual y sigue y sigue y ….. Pobrecito. Tan sola su alma. Tan enfermo. Me acongoja, me pone un nudo en la garganta. Quiero ayudarlo y no sé cómo.
Día siguiente por la mañana mensajes de texto, en sucesión, cortos, precisos y delirantes, insultos y amenazas: put… ninf… te voy a matar te quiero desnuda en sangre en la calle. Me cagaste prostituta. Eres maldita. Sale a buscar pic..! y suma y sigue….
Pasa un día y medio en silencio absoluto. Nunca en estos siete meses había callado tantas horas. Ni llamadas, ni mensajes ni emails. Me inquieto. Me angustio. Me sujeto los dedos para no llamarlo. A eso de mediodía no aguanto y lo llamo, no me reconoce la voz. Está cambiado. Lúcido (casi). Me cuenta que está enfermo muy enfermo de su cuerpo y de su mente (como si recién se diera cuenta). Que si no hace algo se va a morir. Que le dio un ataque muy feo, tipo epilepsia y pensó con gran pena que se moría y no tenía a quien llamar……..
Chiquito... Pena penita pena. Por qué está en esto? Qué dolor tremendo lo llevó por esta senda? Claramente su entrada al mar para morir en brazos de su madre a los pocos meses de edad. Pobre mi niño pequeño. Nacer y crecer con el horrible dolor de casi haber sido muerto ahogado por su propia madre!! Y de regalo un padre alcohólico.

Me digan lo que me digan (y les encuentro razón), no puedo abandonarlo. Sufre mucho. Vivió una vida loca y ya no tiene energía ni plata pa’ seguir en esa. Y se debate en mil rollos en su cabeza inteligente y enferma. No puedo abandonarlo. A mí me han abandonado y sé de lo que se trata. No haré lo mismo con él. No quiero. Sería muy discordante. Lo acogeré mientras pueda, poniéndome a salvo claro. No es suicidio lo mío. Es compasión. No lo dejaré solo en la medida que yo pueda. Dudo y tengo fe, luego dudo y otra vez la fe…se sanará? Se salvará? Me matará?

1 comentario:

  1. Haz lo que tengas que hacer pero no te expongas. Cuídate por favor.


    Un abrazo

    ResponderEliminar