Mi sino.
De fracaso en fracaso.
Lleno de casis.
Casi pude llegar a amarlo, de manera calma y sin apuro, pero
real.
Su narcisismo alcohólico rompió la ilusión antes de pasar
del casi.
Casi pudo llegar amarme pero su adicción a mí lo impidió.
Y como yo no quería un adicto sino un amor, prefirió a su
amigo de siempre, el alcohol.
Casi pude ganar la batalla pero su violencia pudo más.
Casi pudo ganarla él pero mi miedo lo derrotó.
No lo olvido.
Me ligo a su recuerdo - dañino y violento- pero vínculo al
fin.
También hubo belleza.
Cuando me dijo con la ternura más dulce que me han hablado
- “qué mi vida”
- “qué mi cielo”
- “qué mi amor”
- “qué mi tesoro”
Esas cuatro frases me hicieron romper en llanto ahogado de
emoción. Nunca nadie me había hablado con ese amor.
Cuando de manera sencilla y casi tosca me regaló un bello
anillo de compromiso (una argolla grabada pero sólo para mí; para él no…).
Pobrecito.
Me ofreció el cielo y la tierra pero su cabecita loca lo
impidió.
Qué será ahora de él.
Estará sumido en el alcohol? Habrá decidido buscar sanación?
Ojalá haya sanado.
ResponderEliminarBesos.
Tu forma de escribir emociona.
Gracias Amapola! De a poquito se intenta sanar...
EliminarBesos